¿La mejor manera de disfrutar el Valle Sagrado? Desde un kayak

¿La emoción prevalente al encarar los espectaculares paisajes de Perú? Asombro absoluto. Una vez que uno sale al encuentro de la cordillera andina, parece que las propiedades sanadoras de la naturaleza sudamericana surgen inevitablemente. Más aún si uno se encuentra sobre las resplandecientes aguas de la laguna Huaypo, uno de los destinos favoritos de Terra Explorer

Aunque el lago Titicaca se ha convertido en todo un hito —bien merecido, ya que es el lago navegable más alto de la Tierra—, Huaypo se defiende con unas impresionantes vistas que, en cierto modo, parecen imitar los parajes alpinos. La vista: montañas nevadas en la distancia, colinas verdes cubiertas de follaje frondoso cerca de la laguna y caminos sinuosos que atraviesan campos agrícolas de gran belleza. Si alguna vez hubiera que utilizar la palabra «bucólico», sería ahora.

Para los más madrugadores —o incluso para los que no son madrugadores, esta vista merece despertar temprano— el anaranjado amanecer dibuja un paisaje de claroscuros que se adueña de las serenas aguas y sus alrededores. Las oleadas doradas invaden el lago mientras el sol sale tímidamente de entre las siluetas de los Andes. Desprovisto de toda conmoción humana, el canto de los pájaros atestigua el comienzo de un nuevo día. Es el paraíso.

Nota para los aficionados del avistamiento de aves: Huaypo alberga una multitud de aves tanto endémicas como migratorias. Así que no olvides tus binoculares, o audífonos, si es el caso. Es necesario distinguir ciertos pitidos, gorjeos y plumajes para emprender esta tarea.

Pero el mejor momento de la experiencia en Huaypo llega después de ponerse un chaleco salvavidas y subirse a un kayak, a un paddleboard, o incluso a un kiteboard. Y aunque el kayak pueda parecer una versión taimada del turismo de aventura, la falta de adrenalina se ve ensombrecida por el exceso de dopamina, la hormona del bienestar. 

El no tan desafiante paleo a lo largo del lago es la oportunidad perfecta de aventurarse en las aguas para los más sensibles amantes de las actividades al aire libre, o para los preocupados padres acompañando a traviesos niños en un viaje familiar.

Dejando de lado los dolores de cabeza paternales, este destino de kayak cerca a Cusco —a menos de una hora en coche de la antigua capital inca— es la escapada perfecta del itinerario concentrado en Machu Picchu. Además, aunque hasta ahora hemos señalado las obvias actividades acuáticas, los senderos que salen desde la orilla y se adentran hacia los campos se convierten en una ruta perfecta para el ciclismo. A lo largo de estos senderos, los vientos provocan ondas en las cimas de los robustos pastizales, un efecto visual sorprendente, sin duda. 

A la hora del almuerzo lo mejor es un picnic in situ con delicias locales (el ceviche de trucha es uno de los platos que hay que probar). De este modo se puede disponer del resto de las horas vespertinas para disfrutar despreocupadamente de los paisajes que rodean a Huaypo. «Barriga llena, corazón contento», reza un sencillo pero veraz proverbio local.

Por la noche, el glamping se arma bajo la brillante Vía Láctea. En el hemisferio sur los cielos apuntan hacia el centro de nuestra galaxia, mostrando constelaciones «nuevas» si se las compara con las que se ven desde el norte de la Tierra. Las estrellas brillan sobre lo oscuro; ellas, además de una hoguera crujiente, son las únicas fuentes de luz. Una visión increíble con la que deleitarse. 

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